Obra maestra – pieza central del ciclo supracontemporáneo.
 
En Plenitud en su néctar, el color se transforma en respiración.
Cada trazo asciende como una plegaria geométrica que une el espíritu y la materia en un mismo pulso.
El ritmo de las formas se expande hacia lo infinito, como si el universo, por un instante, recordara su propio equilibrio.
Esta obra es la síntesis de un largo viaje interior: la alquimia entre el agua y la luz, la precisión del pensamiento y la intuición pura del alma creadora.
Aquí, el gesto no busca representar, sino revelar.
Cada plano de color es un fragmento de la totalidad, y cada línea, un eco de lo divino que vibra dentro de lo concreto.
En esta plenitud, la pintura se convierte en consciencia.
Su néctar es el instante donde la belleza alcanza su verdad.